Pequeño haz de luz.

Suspiras. Abres lentamente el ojo derecho, me miras y sonríes sin decir nada. Guardas silencio dejando que tus párpados vuelvan a cerrarse, quizá para ahogarse de nuevo en tus sueños, sueños que aún nos quedan por cumplir. Rápidamente me apresuro a recorrerte con mis torpes dedos, recordándote y descubriéndote poco a poco. Permaneces con los ojos cerrados, dejándote ir. Me detengo en tu espalda y de pronto doy un salto a tu nariz. Después viajo por tu barbilla y hago una pequeña escala en tu pecho. Y sigues sin apenas abrir la boca… Amanece fuera y tu olor ya permanece grabado en la piel. La habitación se va llenando poco a poco de colores: las paredes, la cortina, ese libro que no termino nunca de leer… Y tus ojos miel. Tu corazón late lento, mucho más despacio que el mío, que lleva algunos días desbocado. Si me quedo quieta lo puedo oír. Anido en tu cuello unos segundos hasta que ese intenso y tibio rayo de sol que se cuela por la esquinita de la ventana me termina de desvelar. A tu lado me es casi imposible conciliar el sueño. Quizá sea el calor de este día sin nubes. O los ruidos de la noche que me azuzan el espíritu. Es la hora de levantarse, parece que definitivamente comienza el día y ante esa certeza vuelves a sonreír sin decir nada.

No dejes que el viento haga desaparecer.

Y es cuando te despiertas cuando sientes la necesidad de volver a dormir, para soñar e imaginar. Imaginar. Una palabra que lo llena todo, pero que con un simple suspiro desaparece. Porque al fin y al cabo, lo que imaginas sólo permanecerá en tu mente por unos segundos, minutos tal vez. Pero es ahí cuando te percatas de lo que hay detrás de cada pensamiento, de cada olor que te hace recordar, o simplemente de cada suspiro. Hay una vida, problemas, dificultades, caídas, tropiezos; pequeños y grandes. Aún así, hay momentos bonitos, emociones, roces, besos, cariño... En definitiva; Amor. Imaginación y Amor, pueden ser las palabras más bellas, pero también las más efímeras. 

                     No pienso imaginarme un amor más bello que el nuestro, porque no lo hay.

Todo gira en torno a algo.

Sacas fuerza de donde ni si quiera queda aire, buscas ese último impulso que te devuelve a la vida. Te hace fuerte. Fuerza. Es lo que necesitas. Luchar. Es lo que debes hacer. Si de verdad necesitas eso que te están arrancando de las manos, lucha por ello. Siento como cada segundo intentan arrancarme un pedacito más de amor de este pequeño corazón, que poco a poco ni siente, ni padece.
    Pero es ahora cuando busco por los rincones más remotos de la existencia, esa fuerza que me hará libre.

Un día cualquiera.

Abrió ligeramente el ojo derecho, justamente cuando un pequeño haz de luz acariciaba lentamente su piel. Tan pronto como pudo, giró la cabeza hacia los lados en busca de ella. Pero no estaba ahí. Sentía completamente su ausencia. Volvió a cerrar los ojos, dejando que su imaginación escapara de su cuerpo. Segundos después inspiró profundamente, notando como el aroma de ella impregnaba toda la habitación. Rápidamente abrió los ojos, pero seguía sin aparecer. Terminó por volver a cerrarlos dormir, soñar e imaginar, así estará siempre a su lado. 

                                            Sólo la necesita a su lado, cada segundo.

Es un para siempre.

Me preguntan que qué puedo encontrar en ella, si no me canso de compartir todos los día junto a ella, o simplemente si realmente esto vale la pena. A todo esto respondo que para mí lo es todo, y a la vez es nada, es mi razón de ser y de no serlo. Que por mucho que pase el tiempo seguiré encontrando cada segundo algo nuevo que no conozca. Y aunque sus palabras no hablen, mis manos no paran de buscar cada pequeño rincón de su cuerpo en busca del más dulce olor que mis ojos hayan percibido.
 
                   No intentes buscar un final feliz, porque lo nuestro no tiene final.