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sábado, 7 de julio de 2012

El tacto de tu piel.

Aunque no me lo pidas, podría pasarme horas y horas, incluso días, admirándote, acariciando tu piel con la yema de mis dedos, dedicando cada segundo de mi vida a ello, sonriendo por el simple hecho de que me fascinas. Dejando que mi mirada se clave en tus ojos, esos preciosos ojos marrones, que sin quererlo, me hablan de ti. Me susurran que te bese, o que no deje nunca de abrazarte. Al igual que me susurran eso tus labios. Pero ellos emanan un susurro constante para que los míos se acerquen y te besen.

Y es que aunque no me lo pidas, dedicaré mis segundos a recorrerte con mis manos, para no olvidar nunca el tacto de tu piel.

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