Seguidores

martes, 10 de julio de 2012

Si lo piensas, es verdad.

Aquellas tardes de verano, cuando aún eras una pequeña personita que sólo dedicaba su tiempo a chapotear en el agua, intentando no hacerse daño con los manguitos, corriendo de arriba para abajo en el parque, teniendo cuidado de que los mayores no se tropezaran contigo. Pidiendo a los otros niños que si podías ser su amigo para jugar con ellos al fútbol, o a los cromos. Que eso de que te fueras a la cama a las doce de la noche para ti significaba muchísimo. Y que eras feliz con tan sólo poder jugar, con tus hermanos, tus primos, o contigo mismo.
Pero, ¿te das cuenta?. Fíjate cuáles eran nuestras preocupaciones cuando éramos pequeños; No hacernos daño con los manguitos, no tropezarnos con los mayores, preguntar que si podíamos ser amigo de alguien e irnos tarde a la cama.
Ahora las cosas han cambiado, no tememos hacernos daño con los manguitos. Tememos que nos hagan daño las personas que queremos. No nos da miedo tropezarnos con alguien mayor que nosotros, nos da miedo tropezarnos con la persona no indicada. Ahora no vamos preguntando si podemos ser amigo de alguien, lo que ocurre ahora es que tenemos que tener cuidado de quién hacernos verdaderos amigos.

Piénsalo, no estoy tan equivocada. O eso creo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario